Navegación en el Río de la Plata
El Río de la Plata constituye el umbral sobre el Océano Atlántico de la segunda cuenca fluvial de América del Sur: la Cuenca del Plata (cerca de 3,1 millones de km2). Más del 97 % del ingreso de agua dulce al Río de la Plata proviene de los ríos Paraná y Uruguay. Una veintena de ríos menores y más de un centenar de arroyos aportan sus aguas a lo largo de ambas márgenes del río.
El Río de la Plata tiene altas concentraciones de sedimentos en suspensión, una zona de turbidez máxima pronunciada, corrientes de marea, una circulación gravitacional en dos estratos, y en la región intermedia presencia de corrientes transversales al eje del Río.
La navegación en el Rio de la Plata, que solo es posible en los canales que se mantienen al efecto, no solo es una prioridad para la Argentina y el Uruguay, sino para Bolivia y Paraguay, ribereños superiores de la Cuenca del Rio de la Plata que por su condición de países mediterráneos utilizan esa vía para alcanzar el Océano Atlántico a través del sistema fluvial de los ríos Paraguay y Paraná. Brasil, a su vez, posee la mayor proporción de la cuenca de drenaje del Rio de la Plata y participa, con igual interés que los demás ribereños, en la utilización de los cursos de agua que la integran.
La construcción, mantenimiento y operación de los canales de navegación ha significado de manera constante una importante inversión para la Argentina. La navegación es uno de los usos prioritarios de los ríos de la Cuenca del Rio de la Plata y por constituir el Rio de la Plata su boca de acceso y la comunicación con el Océano Atlántico, la administración de los canales de navegación, que pertenece a la jurisdicción de sus ribereños, la Argentina y el Uruguay, suscita una amplia gama de intereses por parte de los demás países de la región.
Debido a los crecientes volúmenes de sedimentación y la demanda de mayor navegabilidad de los canales, se plantea un gran desafío para el futuro, pues no es posible un esfuerzo creciente y constante para incrementar volúmenes de carga y responder a la demanda de mayor profundidad de las vías navegables. Por lo tanto, es necesario hacer un replanteo profundo de los orígenes de la sedimentación, las posibilidades de su mitigación y o control rio arriba, para reducir el deposito o arrastre de sedimento río abajo.